de "car'e rajas" y otras hierbas...
Luego de la bullada detención ayer de un conocido panelista de televisión, en un operativo antidrogas, que a esta hora de la mañana ya es sólo una "cita con los detectives" con quienes habría visto un partido de fútbol y comentado de animación japonesa. Hoy, todo es una anécdota más de la cual seguramente saldrá bien parado, apostando a desclasificar temas tangenciales y otros más lejanos del suceso original.
Un buen amigo periodista comentando sobre el escándalo noticioso de un personaje público, decía que "cuando a ti te acusan de algo que no hiciste (por la prensa) no tienes que defenderte ni tratar de desmentirlo, lo mejor es guardar silencio y que sean las noticias posteriores de la investigación las que rectifiquen la versión inicial" Pero, esa recomendación caballerosa de un profesional de la prensa quedó sobrepasada por esta salida, más acorde a nuestros tiempos, a esta "nueva forma de gobernar-negociar-publicitar-vender-encantar"
El nunca bien ponderado Juan Andrés, indicaba (si es que no era un clon maligno, de alguna conspiración entre poderes globales e inteligencias alienígenas, que lo suplantaba) a través de la ventanilla de un vehículo cuando lo abordaron los "profesionales del medio" que: Había otras aristas en el caso, que en realidad el "dealer" era su informante del bajo mundo y que tal "fuente" padece una enfermedad cardiaca...
...Entonces nuestra buena fé, tan oculta en estos días donde parece un vergonzoso defecto, sale rauda para inferir que este hombre valiente que nos cuenta verdades ocultas a riesgo de su propia vida, estaba "cooperándole a un pobre enfermo" y que igual que en las películas gringas debía mezclarse en el submundo capitalino para desentrañar sus ocultos trances.
Hizo falta más oficio del camarógrafo y del director del noticiero, para continuar filmando mientras el vehículo se alejaba rumbo a un amanecer lejano, con alguna música épica de fondo y un texto de "to be continued..."
Cuando pienso en las revelaciones de este señor, recuerdo lo difícil que ha sido siempre hablar de los secretos ajenos en televisión y viene a mi mente aquel capítulo del "De pé a pá" cuando el pelotudo animador cortó la entrevista de J.J. Benítez en el momento en que afirmaba "tener miedo" y dejó a los espectadores entendiendo la mitad de lo que habían logrado escuchar, entre comerciales y comentarios que nada tenían que ver con el tema. Eso pasa, decía un ilustre profesor, por mandar a cualquiera a hacer el trabajo de un periodista.
Pero estamos rodeados de "galletas" haciendo las pega de especialistas: pituteros y pinturitas que se las dan de animadores o periodistas, empresarios que se las dan de políticos, pólíticos que se las dan de tránsfugas, policías que se las dan de embarazadas, jueces que se las dan de dioses, pedófilos que se las dan de curas o profesores y hasta güeones como yo que nos las damos de escribidores...
Entonces el problema es, por una parte, que los comentaristas de la noticia no son los profesionales más idoneos para hacerlo y bajo el pretexto de representar a los televidentes, los canales crean paneles de opinantes con todo tipo de sujetos: Desde los más telegénicos, pasando por algunos expertos, hasta casos clínicos. Y por otra parte, que en este caso se trata de los secretos del mismísimo revelador de secretos. (Esto es como pararse en un semáforo y ver en el auto de al lado a un personaje público -sin distinción de género- sacándose los mocos con el dedo).
...en esta parte quedaría bien el tango Cambalache...
Pero mal de muchos es consuelo de tontos. Nuestra moral dejó de ser social hace mucho tiempo, cuando abandonamos las utopías porque no servían para conseguir pega, cuando las universidades dejaron de formar profesionales comprometidos con su sociedad para formar especialistas técnicos alienados, etc.
Entonces ¿cómo podemos hacer juicios morales? si sólo quedan dieciseis millones de morales individuales distintas y no hay parámetros comunes, por que los relativizamos. Claro que la práctica nos ha hecho expertos en exigirle la moral al resto, porque la nuestra queda supeditada a la pega que nos da de comer y a otras consideraciones, cual de todas menos noble.
Hace falta más tiempo para un sano ejercicio de reflexionar en este mundo de zapping y vitrineo.
el goma ilustrado
Un buen amigo periodista comentando sobre el escándalo noticioso de un personaje público, decía que "cuando a ti te acusan de algo que no hiciste (por la prensa) no tienes que defenderte ni tratar de desmentirlo, lo mejor es guardar silencio y que sean las noticias posteriores de la investigación las que rectifiquen la versión inicial" Pero, esa recomendación caballerosa de un profesional de la prensa quedó sobrepasada por esta salida, más acorde a nuestros tiempos, a esta "nueva forma de gobernar-negociar-publicitar-vender-encantar"
El nunca bien ponderado Juan Andrés, indicaba (si es que no era un clon maligno, de alguna conspiración entre poderes globales e inteligencias alienígenas, que lo suplantaba) a través de la ventanilla de un vehículo cuando lo abordaron los "profesionales del medio" que: Había otras aristas en el caso, que en realidad el "dealer" era su informante del bajo mundo y que tal "fuente" padece una enfermedad cardiaca...
...Entonces nuestra buena fé, tan oculta en estos días donde parece un vergonzoso defecto, sale rauda para inferir que este hombre valiente que nos cuenta verdades ocultas a riesgo de su propia vida, estaba "cooperándole a un pobre enfermo" y que igual que en las películas gringas debía mezclarse en el submundo capitalino para desentrañar sus ocultos trances.
Hizo falta más oficio del camarógrafo y del director del noticiero, para continuar filmando mientras el vehículo se alejaba rumbo a un amanecer lejano, con alguna música épica de fondo y un texto de "to be continued..."
Cuando pienso en las revelaciones de este señor, recuerdo lo difícil que ha sido siempre hablar de los secretos ajenos en televisión y viene a mi mente aquel capítulo del "De pé a pá" cuando el pelotudo animador cortó la entrevista de J.J. Benítez en el momento en que afirmaba "tener miedo" y dejó a los espectadores entendiendo la mitad de lo que habían logrado escuchar, entre comerciales y comentarios que nada tenían que ver con el tema. Eso pasa, decía un ilustre profesor, por mandar a cualquiera a hacer el trabajo de un periodista.
Pero estamos rodeados de "galletas" haciendo las pega de especialistas: pituteros y pinturitas que se las dan de animadores o periodistas, empresarios que se las dan de políticos, pólíticos que se las dan de tránsfugas, policías que se las dan de embarazadas, jueces que se las dan de dioses, pedófilos que se las dan de curas o profesores y hasta güeones como yo que nos las damos de escribidores...
Entonces el problema es, por una parte, que los comentaristas de la noticia no son los profesionales más idoneos para hacerlo y bajo el pretexto de representar a los televidentes, los canales crean paneles de opinantes con todo tipo de sujetos: Desde los más telegénicos, pasando por algunos expertos, hasta casos clínicos. Y por otra parte, que en este caso se trata de los secretos del mismísimo revelador de secretos. (Esto es como pararse en un semáforo y ver en el auto de al lado a un personaje público -sin distinción de género- sacándose los mocos con el dedo).
...en esta parte quedaría bien el tango Cambalache...
Pero mal de muchos es consuelo de tontos. Nuestra moral dejó de ser social hace mucho tiempo, cuando abandonamos las utopías porque no servían para conseguir pega, cuando las universidades dejaron de formar profesionales comprometidos con su sociedad para formar especialistas técnicos alienados, etc.
Entonces ¿cómo podemos hacer juicios morales? si sólo quedan dieciseis millones de morales individuales distintas y no hay parámetros comunes, por que los relativizamos. Claro que la práctica nos ha hecho expertos en exigirle la moral al resto, porque la nuestra queda supeditada a la pega que nos da de comer y a otras consideraciones, cual de todas menos noble.
el goma ilustrado
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