"un gringo enorme con unas manos muy grandes..."

hace muchos años ya, estudiando el primer año de la universidad, fui a la casa de una compañera de carrera. Ahí conocí a su padrastro, un gringo enorme con manos tan grandes que te juntaba los dedos al saludar.
De él y su manto de cariño aprendí la vida, a crecer, a amar sin resentimientos, a querer a mi propio padre (de quien la vida me había separado).
De su mano mi camino se llenó de pasos firmes, apareció mi familia, siempre al alero de ese enorme roble. Mi mujer y mis hijas conocieron el afecto más grande en sus abrazos.
La magia de su amor inagotable nos acompaña siempre, para levantarnos y desafiarnos; para alimentarnos el alma.
Si a dos mil kilómetros de distancia y por teléfono, podíamos sentir el calor de su voz, con mayor razón ahora que está en todas partes...

Comentarios

Entradas populares