las raíces y los frutos

Nuestro refranero consigna sentencias como "de tal palo, tal astilla" y el de los gringos: "la fruta no cae muy lejos del árbol".

Para los que no conocen mi historia familiar, debo explicar que la vida me ha suplido carencias multiplicando amor. Sé que suena a siutiquería, pero es así nomás:
Perdí a mi madre cuando niño y al paso del tiempo, me fui dando cuenta de que he estado rodeado de otras madres, partiendo por la presencia estoica de mi abuela-madre, que con su dureza de campo y salitreras, hizo que sobreviviera "ejemplándome" dignidad y humildad. Luego una madre-vecina, me dio una familia que me cobija hasta hoy. Madres amigas (léase madres de mis grandes amigas) y hace unos años entendí que mi tía (doña María Mercedes) se había vuelto mi nueva madre.

Así las cosas, nunca hablé de mi padre sanguíneo. Porque no ha estado en mi camino más que en escasos pasajes y porque el tiempo me puso luego a la sombra de un árbol inmenso que me cobija aún después de su partida. Pues bien, don Pedro existe, su tozuda resistencia a durísimas enfermedades lo han vuelto una irredarguible comprobación de que tiene el nombre bien puesto.


Por él tengo otros hermanos con los que no me crié, más lejanos o cercanos según nos mueve la brisa del destino. Sin embargo y pese todo, es una raíz de mi existencia.

Como tal me une a él una razón de amor y odio, que se condimenta diferente a cada paso que damos.

Podría en esta parte dar ejemplo de los matices psicológicos y casi edípicos de nuestra relación, pero es más entendible escribir que ambos tenemos "un genio de mierda" o como expresaba perspicazmente don Alex Véliz "¡...oiga que es incontrastable usted ah...!"

En fin, asumidas esta hermosa arista de nuestra personalidad y la calvicie que nos hacen tan parecidos como dos gotas de vinagre, debo confesar que me afecta (no en la carne, sino en toda mi espiritualidad) que hace unos días le hayan detectado cáncer.

Más allá de sentirme inútil, impotente y asustado, quiero (pese a todas nuestras peleas y desencuentros) que se mejore. Con toda mi fé en la energía que compartimos todas las cosas del universo. Con esta abismal distancia entre mis creencias y su credo.

Mi padre que se jubiló de Carabineros para convertirse en Suboficial Mayor de una comunidad evangélica y yo, que al decir de Sabina soy "tan boinón (aquí aplica más el güeón  y el "buenón" del Felipe de Mafalda), tan paisano, tan bribón, tan urbano, tan picapedrestre".

Porque lo quiero, aprendí a amarlo más allá del espejo. Porque es un hombre bueno y esos hacen falta en el mundo.

Porque debe regalonear más a mi hermanito Nehemías y seguir peleando con el Pablo hasta reencontrarse. Porque la "Coqui" lo ama, tanto en sus conversas de mate como en sus peleas por la papa del caldo, aunque ella sea de Venus y él de Marte...

Porque mis hijas merecen un abuelo...

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