Si mis ojos pudieran entender lo que ven...

no me haría falta este cerebro de modelo antiguo, pero con poco uso,
con la salvedad de algunos cálculos aritméticos
y de este intrigante fluir de la conciencia
que más que originarse en el hemisferio derecho, parece venir de otro planeta.

De algún universo paralelo,
una frecuencia sin modular que derrama los sentidos.
¿Dónde cresta habré dejado mi cordura,
tan de moda en estos tiempos para salir a almorzar los domingos
o para buscar empleo en alguna funeraria?

¿Qué fue de mí, en estos años de ocultar lo sentido,
para darle sentido a la sobrevivencia
de la familia, los hijos, el trabajo, el sagrado sustento?
sin acordarme del "suscrito"...

Es un despertarse sin hallar el revólver bajo la almohada
y llenarse de espanto por sentir la desnudez ante la luz del día.
¿Dónde están las balas y la cartuchera al cinto?
En la calle me espera un duelo con el destino, a una hora de caballeros y antes de misa.

Me matarán a tiros, la soledad, la esperma endurecida en los cojones
y mil amores perdidos que nunca supieron que los amé.
Moriré como un toro de lidia, sin más escapatoria que embestir
con toda la furía y la sangre hirviente de los que aman sin saber porqué.

No habrá testigos que supliquen la piedad por un muerto a medias,
que tendido en la tierra, babeará su sangre sin palabras,
sin llanto y sin temores.
No habrá un puto juglar que cante las hazañas que ni yo mismo recuerdo haber tenido...

¿Dónde está mi revólver? Que me va la vida en ello.
¿Dónde mis enemigos, molinos y gigantes, escondieron la certeza de que viví?
¿Alguna princesa de cuento erótico, tendrá una flor para este muerto
o bastará el estiércol de palomas para amortajar mi sangre seca y maloliente?

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