La certeza de seguir las palabras

Este es un aporte ajeno. Uno de los lectores es un prosista empedernido. Las palabras escapan de sus manos con la gracia que salen las bocanadas de humo de la boca de un viejo fumador de puros. Para leerse acompañado de un buen wisky, a doce grados, en vaso de cristal de roca.

Como en un abanico abierto en tus manos escondes el asombro de tus ojos, en tu cama extendida en el silencio, leerás la carta que ahora escribo para enterarte esta vez para siempre que se ha cerrado un círculo - del que nunca te saliste- el amor y la falta de amor se han encontrado en el centro del laberinto.
Te llamaré por tu segundo nombre, para que sólo tu sepas que cuando te fuiste te quedaste en mi, como en un retrato en que se congelaron las miradas.
Tu quizá creas que también debiste escribir algo, pero no se te ocurrirá nada. La pregunta que te hiciste entonces seguirá sin respuesta.
Extraño juego el de cruzar las añoranzas, tu con él, yo contigo, nunca mas hacia el nosotros.
Simplemente no nos encontramos cuando debíamos encontrarnos.
La poesía, la muerte, los afectos, la ilusión, son inciertos que se unen y rotan formando una circulación constante. Podría, pero tú sueñas con una playa de arenas claras en que caminas destruyendo los castillos de tiempo, desgranando pasados y presentes. Quedará otra pregunta sin respuesta ¿desanudar o desnudar?, que en el fondo es lo mismo, permitir que dos bocas puedan unirse, labio con labio, aprender el lenguaje tibio que tu hablaste, que no encuentro entre mis libros ni sale en los apuntes, y que un hilo de nostalgia entreteja la telaraña perfecta, un puente de añoranzas desdibujado y febril, cruzando entre boca y boca, tu pecho, la piel.
Líneas anónimas

Comentarios

arsvirtualis dijo…
Te seguiré leyendo.

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