Labios de tormenta

Las trampas de la vida y mi estupidez congénita
son una mala combinación.

Me mareo dentro de un banco y también dentro de mis sensaciones.
Unos labios de "comercial" me distraen en espasmos melancólicos
y sólo soy capaz de aguantar y contenerme.

¿Sabrá el sol que me deshago cada día sin besos?
Que se pudren mis pasiones dentro de un congelador
donde ya no cabe tanto pecado de la carne.

Se oxidan los músculos sin el tempestuoso navegar de un cuerpo desnudo,
comprado a besos en cada milímetro de piel.
Se endurecen los labios cuando no hay amante a quien devorar.

Temblorosamente, agonizan por invadir los poros que envuelven un espíritu sincero.

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